sábado, 7 de mayo de 2011

¡Beato Loco Forever!


Le llamarón el Papa viajero, fue un gran político, logro establecer ciertos lazos con judíos y musulmanes, siempre sonriente, inspirador de muchos católicos, en fin, un hombre lleno de virtudes, tan recto que no tenia sombra.
Hasta que estallo la cloaca que había mantenido cerrada, y empezaron a brotar los casos de niños abusados por curas pedófilos, una tras otro, ocultados por el vaticano, del cual Juan Pablo II era el máximo jerarca.
En tiempos de crisis donde el catolicismo pierde terreno, no podía darse el lujo de perder más fieles, así que su decisión fue ocultar estos casos, solaparlos, apoyar a esos sacerdotes, y hacer como que no pasaba nada. Sus defensores dicen que el no sabía nada de eso ¿Perdón? Decir eso equivale a decir que Felipe Calderón no está enterado de las narcofosas.
La realidad es que fue un jefe de estado muy activo, el jefe de estado del País más rico del mundo, hizo mucho proselitismo, viajando de un lado otro, y como dijo Juan Villoro, eso quizás aumento sus millas de viajero frecuente, pero el cielo se gana de otro modo. Y quizás hizo alguna obra buena (no me pregunten cual, no conozco ninguna, para mi rezando no se termine la guerra ni el hambre en el mundo), pero es opacada, por su máximo pecado, pues al ocultar los casos de pederastia se volvió parte de ellos (ya saben eso de que el que mata a la vaca y agarra la pata, los dos son ogetes), y ningún milagro realizado antes o después arreglara la vida destrozada de miles de niños abusados que jamás tuvieron justicia.
Por ahí dicen que algunos Santos cometieron pecados en su vida, y si es cierto, pero después de cometerlos llevaron una vida dura tratando de compensarlos y arrepintiéndose de ellos, mientras Juan Pablo II siguió solapando estos crímenes hasta la muerte, y bueno llevo una vida llena de lujos (a ellos ya se les olvido, que Jesús no era un hombre que viviera en la riqueza, y que además no comerciaba con la fe).
Pero como en estos tiempos la iglesia busca no perder más adeptos y si es posible tratar de recuperar los perdidos, se dedica a crear santos o beatos de la nada (o ya se les olvido San Juan Diego), aprovecha la popularidad de Juan Pablo II para inducirlo a su salón de la fama, demostrando una total falta de respeto a las victimas incontables de la pederastia solapada por él, y que además el negocio está por encima de las enseñas de Jesús. Al final con dinero se mueve hasta el mundo celestial.

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